En su labor de liderar la defensa del interés colectivo, la junta directiva de la Corporación Cívica de Caldas se desplazó este lunes hasta el relleno sanitario de La Esmeralda, con el fin de conocer las labores que está realizando la empresa Emas para aumentar la vida útil del relleno y para prevenir emergencias como la ocurrida el 25 de marzo de 2015, cuando se derrumbaron más de 9.000 metros cúbicos de basura.
En la visita, que fue atendida por el gerente de Emas, Pablo Felipe Arango, y algunos miembros del equipo directivo de la empresa, se le informó a la CCC que el siniestro del año pasado fue estimado en $1.300 millones, a cargo de la compañía de seguros, pero que adicionalmente en 2016 Emas está invirtiendo otros $700 millones adicionales en el programa “Relleno Seguro”, que incluye ampliación de la capacidad de filtros y canales, cambio en el perfil de las terrazas de disposición de basura y monitoreo permanente a los flujos de agua y líquidos, con el fin de controlar los factores de riesgo.
La visita de la presidenta de la junta directiva de la Corporación Cívica de Caldas, María Emilia Mejía Uribe, el vicepresidente Norbel Cardona Florez, así como otros miembros de la junta y la gerente de la CCC al Relleno Sanitario La Esmeralda, se originó a raíz de un derecho de petición enviado por la CCC tanto a Emas como a Corpocaldas, para conocer qué proyectos hay en curso para aumentar la vida útil del relleno, teniendo en cuenta que el pasado mes de diciembre el director del Departamento Nacional de Planeación, Simón Gaviria Muñoz, alertó que varias ciudades capitales de Colombia tienen rellenos sanitarios con una vida útil inferior a los 5 años, entre ellos el de Manizales.
De acuerdo con Emas, la vida útil del relleno sanitario de la Esmeralda es de 4 años, pero la empresa viene desde hace buen tiempo trabajando en la ampliación del sitio de disposición final de basuras. Para ello ya ha adelantado procesos de compra de predios, garantizando que se cumpla la norma relacionada con la distancia mínima de 250 metros que debe existir entre las viviendas y el relleno. Por su parte, Corpocaldas le informó a la CCC que actualmente se está tramitando la actualización del Plan de Manejo Ambiental del Relleno Sanitario La Esmeralda de Manizales, aprobado mediante la Resolución 4426 de 1999 “debido no sólo a los cambios y a la dinámica del proyecto, sino también a las modificaciones que ha sufrido la normatividad ambiental al respecto desde entonces”.
El relleno sanitario de La Esmeralda, ubicado en el km 2 en la vía de Manizales a Neira, opera desde 1994 y en él se depositan las basuras de Manizales, Chinchiná, Villamaría, Palestina, Neira, Riosucio, Supía, Marmato, Anserma, San José, Risaralda, Belalcázar, Marulanda, Salamina, Filadelfia, Aranzazu, Neira, Herveo, y en ocasiones La Pintada y Fresno. La actual normatividad exige que los rellenos sean regionales, en contraste con los antiguos botaderos municipales. Las normas restringen la construcción de nuevos rellenos y por ello en principio un municipio o empresa no puede negarse a que en su relleno se depositen basuras de otros municipios.
El gerente de Emas informó que en el relleno La Esmeralda se depositan diariamente cerca de 400 toneladas de desechos, lo cual equivale aproximadamente a 1 kilo por persona al día, cuando hace 10 años esa cifra estaba por la mitad: significa que estamos consumiendo más y produciendo más basura, situación que por supuesto atenta contra el cuidado que debemos tener por el medio ambiente.
El cálculo preliminar de costos para la primera etapa de la ampliación de la vida útil del actual relleno sanitario es de La Esmeralda es de $3.000 millones, que se financiaría con recursos propios de Emas. Emas es propiedad en un 51% del Grupo Sala y en un 49% de Infimanizales.
De acuerdo con Corpocaldas, en el departamento existen otros cuatro rellenos sanitarios, el Regional Doradita de La Dorada,que tiene una vida útil de 35 años; Los Eucaliptos, en Aguadas, con una vida útil de 80 años; La Vega, en Marquetalia, con una vida útil de 70 años, y El Edén, en Samaná, con una vida útil de 30 años.