Por: Marco Aurelio Zuluaga Giraldo (*)
Qué importante respaldar a la Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en su lucha abierta y valerosa frente a la indebida injerencia de los políticos, pero igualmente importante es ampliar el debate en la búsqueda de las raíces profundas de la corrupción y sugerir algunas soluciones.
Comencemos por los directores regionales, que son escogidos a través de un concurso que siempre termina en manos del representante de algún partido político, perteneciente a la coalición del gobierno de turno, y que obedece a intereses políticos electorales y no a la política pública institucional. Acabemos con ello, que sea el Consejo Directivo y la Dirección General, con base en criterios establecidos, quienes asuman la responsabilidad de estos nombramientos, que dicho sea de paso deberían ser por un periodo fijo de cuatro años.
Siguiendo con los funcionarios, el cincuenta por ciento de éstos (5.500 aprox.) se vincula mediante un contrato temporal de un año. Es indignante la zozobra y la angustia que produce a estos funcionarios y sus familias el trámite de renovación de sus contratos. Qué pertinencia, compromiso y experticia para el cumplimiento de sus funciones se le puede exigir a una persona cuya permanencia en el cargo depende cada año del recomendador de turno y no de la evaluación de su desempeño.
Cuando se administra un presupuesto de seis billones de pesos y se tiene que controlar cinco mil contratos de aporte, ochenta mil operadores de servicios, la recaudación de los aportes empresariales en todo el país y las transferencias a través del sistema financiero a mil doscientos municipios, se hace necesario revisar el sistema de información interno para establecer un plan de mejoramiento continuo. La labor de supervisión y control exige de este sistema altos estándares de confiabilidad y calidad.
La Bienestarina es oro en polvo para muchas comunidades del país desde la Guajira hasta el Amazonas, pasando por ciudades grandes y pequeñas. El Instituto utiliza únicamente la tercera parte de la capacidad fabril en las plantas productoras, por lo que tiene la oportunidad de triplicar su producción, y variar su formulación para otros usos (helados, tortas, pan, etc.).Muchas comunidades no entienden cómo el suministro de este producto se raciona en las dietas alimenticias administradas por el ICBF. Sería bueno frente al problema de la desnutrición en Colombia reivindicar con su uso masivo la importancia nutricional de la Bienestarina.
Las madres comunitarias hacen un aporte significativo a las parejas jóvenes colombianas y sus hijos en las diferentes ciudades, pueblos y veredas, atendiendo estos niños mientras sus padres trabajan. Hay organizaciones de madres comunitarias que son orgullo para Colombia. Qué importante sería que en la ley de Primera Infancia que se tramita actualmente se establecieran mecanismos para su fortalecimiento institucional, liberándolas así de intereses extraños a su propia condición.
No olvidemos que el Instituto debe velar por el bienestar de la familia, no únicamente por los niños. Es necesario revisar los programas que existen hoy en día para: Familias y Comunidades, Primera Infancia, Niñez, Adolescencia, Nutrición, Protección y Responsabilidad Penal Adolescente. Cómo atender a los niños que salen del conflicto armado por el cese al fuego que se está negociando, y cómo acompañar a las familias reinsertadas que regresan a sus tierras, son preguntas que debe ventilar el Instituto públicamente para que los recursos de estos programas no caigan en manos de los políticos corruptos.
Por último, el Consejo Directivo del Instituto, que tiene una conformación de lujo, pues allí está representado el país nacional: la esposa del Presidente de la República, tres ministros del Despacho, Planeación Nacional, los gremios de la producción y el comercio, las centrales obreras y la curia, entre otros, se debe pronunciar al país en estos momentos para garantizar no solo el aislamiento del Instituto de estas malas prácticas de buen gobierno, sino, para que se comprometa con su fortalecimiento y continuidad hacia el futuro.
(*) Exdirector del ICBF y Miembro de la Corporación Cívica de Caldas